San Agustin nació en el año 354 en Tagaste pequeña ciudad de Numinia.
Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano y su madre, Santa Mónica, es puesta por la iglesia como ejemplo de mujer cristiana. Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Agustín fue maniqueo y orador imperial en Milán. Al final después de orar y que sus amigos le dijeran que siguieran el camino de Diós.
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